
La paradoja de la vida: Una breve historia.
6pm. Ciudad de Mexico . Una familia en la mesa cenando.
“Gimanasia!” Susurró el papá entre labios, por tercera vez. Mueve la cabeza lentamente y aleja el plato. “Gimnasia” susurró otra vez.
Del otro lado de la mesa, su hija de 12 años voltea a ver su comida. Su padre no pudo verlas pero tenia lagrimas en sus ojos. Su sueño acababa de ser aplastado. Pero por que?
Que es exactamente lo que esta mal con la gimnasia como carrera? Ella la amaba y era muy buena en ella. Por lo menos eso decía su entrenador quien la había entrado ya desde hace 6 años y le sugirió que debería renunciar a sus estudios y dedicarse a la gimnasia de tiempo completo.
Pero el padre, firmemente, negó la sugerencia. El quería que ella tuviera un carrera ‘normal’. Tal vez entrar en la armada, como el lo hizo, o negocios o medicina. “Ah, estas si son carreras!” Le dice mientras van de regreso a casa. Pero gimnasia? Ridiculo! Que dinero hay en esa carrera?
La hizo llorar. Pero ella que podia hacer? Tenia tan solo 12 años, y la palabra del papá era la ultima palabra en casa.
Entonces suspiró profundamente y se resignó a poder cumplir su sueño de ser gimnasta. Y sin darse cuenta, ya tenia dieciocho años y estaba en el proceso de escoger una carrera. Ella sabia exactamente lo que quería ser: diseñadora de modas. Pero, exactamente como hace 6 años, era otra vez un sueño que fallo al uno cumplir con las expectativas del papá y por la misma razón. ‘Moda!’ Con una risa burlona “ Como te vas a mantener haciendo moda?” No es como que vienes de una familia de artistas, ese talento se trae en la sangre. Se realista!
Entonces intento ser realista. Pero un año mas pasó hasta que ambos, el papa y ella, llegaron a un acuerdo de por que carrera se inclinaría. No era exactamente la carrera que le emocionaría, pero por lo menos era interesante. Ademas de que necesitaba el apoyo financiero de su padre, y por eso razón tuvo que hacerlo. Así fue como a los diecinueve años y cansada de que sus ideas fueran rechazadas, finalmente dejo la casa de sus padres para estudiar Administración de Empresas, en la misma ciudad en donde creció, la Ciudad de México.
Eso había sido hace 15 años. Ahora, Lupe vivía en Londres.Y esta mañana, mientras tomaba su cafe antes del trabajo en su luminosa cocina, se encontró reflexionando sobre la cadena de eventos que la habían llevado hasta allí y sonrío internamente al recuerdo.
De repente, una punzada de dolor en el tobillo la trajo de vuelta al presente. Bajó la mirada hacia la causa: un tatuaje tan reciente que todavía dolía un poco. Ella pensó que era hermoso: unas lineas que simboliza la creencia zapoteca en el ciclo interminable de la vida: concepción, nacimiento, infancia, juventud, madurez, vejez, muerte y finalmente, reencarnación.
Reencarnación! El comiendo de otro viaje de la vida: una oportunidad de aprender lecciones que no aprendiste en vidas pasadas. Pero era verdad? Quien podría saberlo? Pero había una cosa de la que estaba muy segura: la vida es un viaje. Y es un viaje que no se trata de puntos finales, se trata del viaje en si. Se trata de vivir la vida auténticamente, sobre autorrealización, acerca de cumplir tus propios sueños, respetando los de los demás.
Lupe tomó otro sorbo de café y sonrió irónicamente. Dios, pensó: sueno como un libro de autoayuda. Pero era cierto: ella realmente pensaba en la vida así. La felicidad realmente se trata de la autorrealización; dando forma a tu propio destino. Ella lo sabía por su propia experiencia: si hubiera seguido el consejo de su padre, ¡todavía estaría en la Ciudad de México!
Otro recuerdo, de repente vino a su mente, esta vez de hace unos diez años: un recuerdo del momento en que, después de graduarse, había elegido tomar un trabajo de oficina como su primer papel profesional. Durando cinco años completos, y ella no lo había disfrutado en absoluto. Es cierto que había sido una vida con un buen salario; Una vida segura y estable. Había sido una vida que mucha gente hubiera amado. Pero Lupe no era mucha gente. Ella era ella misma. Y necesitaba ser ella misma, no lo que su jefe quería que fuera: un autómata; una abeja obrera; una máquina. Desde que tenía memoria, desde sus días como una gimnasta en ciernes, la cabeza de Lupe había estallado con una energía interna, un impulso de expresar su individualidad, una necesidad de crear. Y este trabajo la estaba matando. Y la estaba matando a ella.
Pero, ¿cómo podría escapar? Dejar su trabajo estable sería un gran riesgo. Podría terminar siendo un gran paso atrás. Durante semanas, meses, se hundió más en la depresión inducida por la inercia. Entonces, una noche, en el tipo de sueño que encuentras en los cuentos de hadas, se encontró deambulando, perdida, a lo largo de una concurrida carretera de la ciudad. De repente, al doblar una curva, se enfrentó a un gran cartel de luz neón, sosteniendo una imagen de su entrenador de gimnasia cuando era niña. Debajo, en un deslumbrante rosa fluorescente, destellaban las palabras que solía gritarle casi a diario. “¡Intentalo!”, Gritaba, “si fallas y te rompes la cara, ¿y qué? ¡Al menos lo intentaste!’
Ella despertó de ese sueño como una nueva persona. ¡Su entrenador tenía razón! Ser feliz requiere coraje. Coraje real. Implica riesgo. Por eso, se dio cuenta que admiraba tanto a las personas que son abiertamente homosexuales y bisexuales, o que admiten que no son felices en un matrimonio y toman acción ante ello. Admira a personas que viven sus vidas en sus propios términos; gente que cruza fronteras para una vida mejor; son fieles a sí mismos, incluso frente a una sociedad crítica y a menudo odiosa. Eso era valentía.
Fue un momento de transformación. En una semana, Lupe dejó su trabajo y solicitó una maestría en un tema que la había inspirado desde su adolescencia: Moda. Y la primera universidad que le ofreció un lugar fue Londres. Ella aceptó y, solo tres años después, tenía su propia empresa y marca, con la misión de promover su cultura nativa a través de la moda.
Y ahora, por fin, Lupe estaba feliz. Ella estaba disfrutando la vida. Ella estaba haciendo lo que amaba, en la ciudad de sus sueños. No había sido, y aún no era, un viaje fácil. Las personas en las que había confiado la habían traicionado. Otros la habían decepcionado de otras maneras. Pero muchos habían sido de gran ayuda, incluso su padre, que ahora respetaba completamente sus decisiones y le guardaba respeto. Y no pasó un día en que no aprendió una nueva lección, una lección que podría pasar a otros a su vez. Se dio cuenta de que todos estamos aquí para aprender y enseñar: que todos somos maestros para alguien. Pero, a pesar de la positividad de Lupe, ella también era realista. Como alguien estrechamente involucrado con las redes sociales, que desempeñó un papel esencial en la construcción de su marca de moda, comprendió su lado positivo y sabía que podría ser una fuerza para el bien. Pero odiaba su lado oscuro: el hecho de que era responsable de propagar un engaño fundamental, la mentira perniciosa de que la Vida es perfecta. Porque la vida no es perfecta. Esta muy lejos de serlo.
Pero no es eso, reflexionó mientras tomaba un sorbo final de café, ¿la paradoja esencial? La ironía final? Claro, la vida no es perfecta. Pero, extrañamente, eso es lo que lo hace perfecto. Aprovechar al máximo la vida significa superar los desafíos. Y los desafíos exigen obstáculos: imperfecciones. Entonces, para que la vida sea perfecta, debe ser imperfecta. Así es como debe ser.
Lupe dejó su taza de café y recogió su abrigo, preparándose para visitar a un proveedor. Mientras lo hacía, se le ocurrió una idea. Sí, la vida es un viaje. Así que nombraría su próxima campaña : “LA VIDA ES UN VIAJE”, en celebración del festival mexicano del Día de los Muertos, una celebración en la que las familias dan la bienvenida a sus seres queridos que han pasado a otro viaje. Y se lo dedicaría a su abuelo quien habría fallecido quince días antes de lanzar su campaña pero sobre todo a su padre de sangre, cuyo viaje había sido tan breve. Tan breve, de hecho, que Lupe no tendría recuerdos de el.
Pero eso, reflexionó mientras se ponía el abrigo, no significaba que nunca lo haría. La vida, después de todo, puede ser un viaje, pero también es un ciclo. Reencarnación. Cerró la puerta principal y se fue para otro día de desafíos: imperfecciones que hacían la vida perfecta.